lunes, 3 de septiembre de 2007

Riego

En nuestro camino como cannabicultores nos vamos encontrando con diferentes problemas y situaciones en cada cultivo. Mediante la propia experiencia y con los datos que nos aportan amigos, publicaciones y foros de cultivo, vamos entendiendo a nuestra querida planta y afinando en sus necesidades. En nuestro primer cultivo, ya sea en interior o exterior, nos encontramos con el primer y acuciante problema, el riego.
Algo que a simple vista puede parecer sencillo, generalmente crea múltiples dolores de cabeza al cultivador novel que ve como sus plantas muestran diferentes síntomas que desconoce, y que suele asociar a otros motivos diferentes de los reales, aplicando remedios que, al partir de una premisa falsa, no hacen más que provocar otros problemas, volviendo loco al pobre novato y provocando la muerte de plántulas, esquejes e incluso ejemplares adultos.

Para realizar un riego correcto se hace imprescindible primero conocer las peculiaridades del cannabis en cuanto a como por que medios se alimenta, de que forma llega ese alimento a las diferentes partes de la planta y por último, como influye el ambiente en ese sistema alimenticio.

El cannabis, como otras especies vegetales adquiere los nutrientes a través de las raíces o sistema radicular. En contra de la creencia habitual, éste es en extremo perezoso y relativamente delicado, necesitando un sustrato o medio de cultivo ligero y esponjoso. Esta porosidad también provoca una muy buena aireación permitiendo la oxigenación del sistema en cada riego. Además de lo anterior, es requisito indispensable un alto contenido de nutrientes que garantice un correcto desarrollo. El cannabis se alimenta a base de iones de diferentes sales que absorve a través de la membrana radicular por un proceso osmótico o de permeabilización. Estos iones representan los distintos macro y micro nutrientes que la planta necesita para su evolución. Uno de los primeros errores que cometen los que se inician en la cannabicultura es el encharcamiento del sustrato, regando a borbotones y desde demasiada altura. Esto provoca por un lado una significativa pérdida de nutrientes que serán arrastrador por el agua sobrante que escapa por el drenaje, haciendo que en poco tiempo éste quede vacío o escaso de uno o varios nutrientes, y en cualquier caso,desequilibrando el sistema alimenticio. También hay que tener en cuenta que al cannabis le gusta el secano ambiental, y que este factor abiótico es uno de los que influyen en la producción de tricomas, glándulas que contienen los cannabinoides, los aromas y otros componentes. Este secano ambiental suele confundirse con el hecho de dejar secar en exceso el sustrato, lo cual acaba dejándolo inerte y sin vida bacteriana y microbiológica.
Por otro lado tampoco es conveniente mantener la tierra encharcada o húmeda permanentemente, ya que la planta necesita de niveles de sequedad para poder oxigenarse. Como regla básica, expuesta en la mayoría de los manuales de cultivo, deberíamos regar cuando más o menos los dos centímetros superiores del sustrato se encuentren secos. Esto se puede verificar introduciendo un dedo en la maceta comprobando así el nivel de humedad.
Otro método, un poco más eficiente, es el control del peso del macetero en combinación con el aspecto que muestra la planta. Cuando ésta necesita ser regada, comienza a mostrar un aspecto de hojas caídas y ramas blandas. Si previamente hemos tomado una referencia del peso de la maceta recién regada, notaremos claramente la disminución del peso de ésta según va pasando el tiempo y el medio se va secando. Por lo tanto, cuando vemos que la planta se empieza a mostrar alicaída y comprobamos que la maceta pesa poco, es el momento de regar. No confundir el aspecto "triste" con la forma que adopta la planta en la oscuridad o cuando se encuentra en ambientes excesivamente húmedos.(con la ayuda de otro recipiente la planta puede tomar el agua de nutrición por sí misma)

En definitiva, los riegos han de realizarce de forma espaciada y pausada, regando poco a poco y cerca del borde del macetero. Si regamos a borbotones o desde excesiva altura, el agua evacuará directamente por el drenaje, pues al estar el sustrato semi-seco, permite el paso del agua por sus huecos, como por ejemplo entre él y el borde de la maceta, cayendo sin más y arrastrando nutrientes con ella. Lo ideal es realizar el riego en dos fases, una primera ligera y lenta, dejando pasar unos minutos para que el medio empape, y a continuación una segunda en que lo haremos a "tragos" hasta ver que empieza a drenar, momento en que tomaremos referencia del peso de la maceta e interrumpiremos el riego.


pH:

El pH, tanto del sustrato como del agua, es un punto muy importante a considerar. Al cannabis le gustan los medios moderadamente ácidos, con un pH de entre 5,5 a 6,5, pudiendo llegar hasta 7 si el agua no esta cargada de sales en exceso. En base a esto es importante usar una tierra en ese rango, que en combinación con el pH del agua se mantenga en él.
El pH tiende a equilibrarse en el sustrato si éste es de buena calidad y no contiene exceso de turbas que suelen ser muy ácidas (pH 3-4). lo que quiere decir que si estamos trabajando con una mezcla de tierra de por ejemplo pH 6, podemos regar con agua al 7 sin problemas, siempre que no contenga exceso de sales o residuo seco, por lo que se desaconsejan las aguas minerales. De cualquier forma, el pH del agua debería estar en un rango 6-7 en base al pH del sustrato. Valores fuera de ese rango pueden provocar shocks en el sistema radicular que producirán extraños efectos en nuestras plantas.


Temperatura:

Se puede obtener una ventaja importante sencillamente calentando un poco el agua de riego, añadiendo un poco de agua caliente al tanque de riego. Si usas sólo agua fría de la llave, la planta recibe un efecto de regresión o shock cada vez.
El agua de riego muy fría tiene un efecto retardado, de modo que la planta se desarrolla menos. Sobre todo en días de calor, cuando el sol ha calentado la tierra, las raíces tienen que lidiar con grandes diferencias de temperatura.
Una buena temperatura de la tierra contribuye a una óptima vida biológica del suelo, por lo tanto la nutrición es absorbida más fácilmente por la planta, además de un flujo activo de savia dentro de la planta. Una planta que recibe el agua caliente llega a crecer dos veces más deprisa que la que la recibe fría.
Así, una temperatura ideal para el agua de riego es de unos 23 grados en primavera y principios de otoño, cuando estamos finalizando nuestro cultivo en exterior, y de unos 20 grados en verano.


Evaporación:

Es sabido que las plantas de marihuana poseen un gran sistema de raíces cuando han sido bien cuidadas. Pueden crecer hasta 15 milímetros en un día de calor. Sin embargo, una planta que no recibe agua en esas circunstancias puede morir en pocos días. La planta empieza a perder las hojas más grandes, lo que disminuye la capacidad de transpiración. Si no se le da agua pronto, la planta perderá todas las hojas y morirá lentamente. Cuando se llega a este extremo hay que darles abundante agua por unos días. Las plantas más fuertes sobrevivirán y empezaran a salir hojas nuevas, aunque nunca se repondrán completamente y la cosecha será mucho menor al final. De modo que es muy importante que la planta reciba la cantidad de agua correcta en el momento adecuado.
La mejor manera es darle mucha agua por la mañana, para que el sol no tenga ocasión de evaporar demasiada. Hay que cuidar de que las hojas y el tallo no entren en contacto con el agua, pues la posibilidad de que se quemen con el sol es mayor cuando éste les da directamente.

Por último, algunos de los síntomas de riegos incorrectos suelen ser la aparición de manchas marrones o pardas sobre las hojas, así como la sequedad de la punta de los foliolos, que demuestran demasiado espacio entre riegos e irregularidad entre estos, y quizá exceso de algún fertilizante. Si se continúa manteniendo ese régimen, las hojas empezarán a secarse y a caer.
En cambio, cuando nos excedemos en riegos y humedad, las hojas adquieren un aspecto amarillento, para finalmente caer con un simple roce o corriente de aire sin estar realmente seca. Como extremo fatal, el exceso continuado de riego acaba pudriendo las raíces, y al final, a toda la planta.
Si seguimos las indicaciones y pistas expuestas, y nos paramos a observar a nuestras plantas tratando de comprender que es lo que nos transmiten, conseguiremos que estén contentas y nos gratifiquen con los mejores y más preciado frutos.

Hasta pronto. Saludos

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